Algoritmos, sesgos y falta de ética en la creación de los mismos

Tras la lectura del artículo "La despenalización de los algoritmos", escrito por José Antonio Gabelas, la siguiente pregunta ronda por mi cabeza:  ¿Son realmente los algoritmos el problema? 


La materia en torno a la cual reflexionamos tiene un significado complejo. Partimos de la base de que la concepción de los algoritmos socialmente extendida presenta unas características comúnmente atribuidas a una ciencia exacta. José Antonio Gabelas, a través de su artículo: "La despenalización de los algoritmos", abre una nueva ventana a una esfera que muchas veces se considera incuestionable. 

En su artículo, el autor, hace referencia a la idea de neutralidad que en general los individuos configuran como aspecto ineludible a las tecnologías. Este refuta dicha creencia, recalcando como base de su enunciación, la importancia de desligar esta percepción del imaginario colectivo. Gabelas, argumenta que tras cualquier algoritmo hay un diseñador con una realidad concreta, con lo cual, carece de sentido negar que los datos recopilados para llevar a cabo dichos procedimientos no son objetivos. Esta información presenta un carácter sesgado y atestado de prejuicios que beneficia directamente a su creador. 

Además, también trata un tema que actualmente está en auge, la inteligencia artificial y sus consecuencias en el mercado laboral, entre otros ámbitos. Concretamente, esta problemática ha ocasionado un cambio en mi paradigma con respecto al poder de las tecnologías en la vida de los individuos. Me parece imprescindible no pasar por alto la reflexión del autor. En nuestra realidad cotidiana, hay mecanismos invisibles como pueden ser los algoritmos, que en muchas ocasiones marcan nuestra capacidad y libertad de elección. Por esa misma razón, creo que es esencial generar un sentimiento de responsabilidad colectiva y así, desarrollar una respuesta a este conflicto que abarca lo tecnológico y lo humano. 

Finalmente, coincido con Gabelas en que vivimos una nueva etapa donde las grandes empresas tienen una responsabilidad social corporativa en este ámbito. Hay que desarrollar mecanismos que sean capaces de analizar los sesgos instaurados en los algoritmos y configurar una existencia tecnológica ética, donde estén en continuo cuestionamiento los rasgos que circulan en el engranaje digital. De esta manera, será más sencillo, romper con la desigualdad y construir una sociedad más consciente y justa.





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